martes, 25 de diciembre de 2007

Lecturas recomendadas: "José Luis Moreno y lo que se avecina", por Francisco Pérez Abellán.

CRÓNICA NEGRA

José Luis Moreno y lo que se avecina

Por Francisco Pérez Abellán

Cada día, la calle es menos de los ciudadanos y más de los delincuentes. La ley no puede parar a los criminales porque sus artículos son garantistas, de cuando había que garantizar el trato a los presuntos, y no como ahora, que los desprotegidos son los agredidos.
Los ladrones prefieren robar las casas con la gente dentro. Vivir en grandes mansiones rodeadas de enormes parcelas no es especialmente saludable, porque ya no es tan seguro como cuando la Guardia Civil tenía efectivos suficientes para cubrir todos los pueblos. La realidad es que la seguridad ciudadana pierde puntos, que la actualidad se llena de atracadores y que los asaltos a las propiedades privadas son extremadamente violentos.
Frente a esto, la televisión comercial nos adormece con una eterna nana de parejas que se rompen o descomponen y el famoseo rancio que se retrata en las revistas o que fabrica montajes para mantener distraído al personal. Ayer, José Luis Moreno, el productor televisivo más exitoso del momento, fue víctima de la desinformación que genera la pequeña pantalla.
Moreno fue asaltado en su hermosa casa de Boadilla del Monte (Madrid), la merecida ostentación del rédito de su trabajo, mientras se encontraba rodeado de familiares y amigos. Según las primeras noticias, los criminales reventaron tres cajas fuertes y se llevaron dinero y joyas. Moreno, que fue golpeado en la cabeza con la parte sin filo de un hacha u otro objeto contundente, hubo de ser ingresado en un hospital.
Las televisiones no tienen espacios de sucesos; ni uno solo. Quizá porque a nadie le interesa que se hable de lo que pasa, ya que puede influir en el juicio de los votantes sobre lo que verdaderamente está pasando: las elecciones están a la vuelta de la esquina.
En el franquismo, El Caso sólo podía publicar un crimen de sangre a la semana. Si había más, tenía que dejarlos en el cajón. Ahora sucede lo mismo, pero el procedimiento es más sutil. "No pasa nada, estamos protegidos. Los que gobiernan nos tienen bien gobernados", venimos a decir. Se trata del mismo mensaje de la dictablanda de Primo de Rivera, quien, para afinar el plomo marmóreo de sus cataplines, se liquidó de golpe a los salteadores del Expreso de Andalucía dándoles garrote. Así se las gastaba el general.
En la España de hoy aumentan las agresiones sexuales, los actos de pedofilia, los atracos a grandes superficies, los robos en domicilios privados. El destrozo no trasciende porque la información fluye solapada entre anuncios o noticias de gran interés acerca del cambio climático.
Frente al crimen cambiante, la televisión mantiene a sus adictos en el mundo mágico del glamur (pero de la delincuencia no se salva ni Cartier), las peripecias de las reinas de papel cuché y las ocurrencias de los frikis, que si carecen de imaginación son estimulados por guionistas ocasionales. Sería buena cosa la tele de entretenimiento –en la que, por cierto, reina Moreno– si no fuera porque lo invade todo y no deja espacio para la realidad.
Los ciudadanos están tan noqueados por la frivolidad que ni siquiera reaccionan ante la continua pérdida de seguridad. Escuchen, si no, cómo se quejan los sindicatos de la policía.
José Luis MorenoEspaña es un lugar donde el crimen es más complejo con cada día que pasa. De una forma sutil, se ha convertido en cosa de mal gusto hablar de delitos o de delincuentes. Si tienen un hueco en los magacines, siempre se cambia de tercio con la frase feliz: "Y ahora, pasemos a cosas más agradables". El caso es que somos el primer consumidor de cocaína de Europa, que por nuestras calles circulan cada vez más armas de fuego y que menudean los atentados contra las personas. También hay más asesinatos relacionados con enfrentamientos entre bandas o perpetrados por sicarios, desapariciones de niños, etcétera.
Pero, volviendo a nuestro buen amigo Moreno, la estrella mediática del muñeco Rockefeller, ni siquiera él, responsable de algunas de las más seguidas series de ficción (La que se avecina, Escenas de matrimonio), ha podido enterarse de que, hoy en día, si vives en un chalet (es decir, una isla de ladrillo rodeada de parcela), precisas de una completa seguridad estática y, probablemente, de un servicio de guardas armados, naturalmente a prueba de fallos.
Por lo que nos llega, Moreno le echó valor y se resistió al ataque. Seguramente el inteligente empresario ignoraba, hasta ese trágico día, que los delincuentes han cambiado: ahora son temibles y no se achican, y desprecian la vida del prójimo. El gran José Luis estaba desinformado, como muchos hoy en día: tal vez creen que viven las horas felices de la Segunda Transición frente a la pequeña pantalla.
Para que todos nos enteremos: según los expertos en seguridad, en una casa es preciso utilizar los servicios de especialistas en detección de peligros potenciales; ya no basta con una valla o un muro, que pueden convertirse en jaulas imposibles de traspasar.
La única posibilidad que nos queda es hacer de la nuestra una sociedad más segura. Es decir, hay que recomponer lo que teníamos. Pero no hay político que se preocupe de ello: tal vez estén todos igualmente adormecidos, viendo escenas de matrimonios que no existen y de vecinos que no temen a los cacos.

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